sábado, 3 de marzo de 2007

Entrevista. Ganador del premio La Casa del Escritor Dominicano, por su obra El Golpe de Estado

En la Columna de Miguel Guerrero

El comunicador y relacionista público piensa que en el periodismo dominicano hay demasiada pasión y el proselitismo político, lo que contamina el ejercicio de un periodismo orientador y positivo.

“Cuando hay una sociedad vigilante de sus libertades y derechos todos los que hacemos periodismo tenemos que actuar conforme a la responsabilidad que tenemos con el resto de la sociedad, o finalmente nos rechazará”.


Miguel Guerrero Sánchez nació bajo el seno de una familia de clase media baja, un 29 de septiembre de 1945 en Barahona. Es egresado de la Escuela de Ciencia de la Información Pública de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Desde entonces ha forjado su credibilidad y aceptación en el mundo de las letras y las relaciones públicas dominicana.

1.¿Cuándo comienza a escribir en columnas?

Comencé la columna hace muchos años. Comencé la columna diaria en septiembre de 1978, cuando asume el poder el entonces presidente Antonio Guzmán. Pero ya yo escribía en una columna sabatina, suplemento de periódico El Caribe en donde era reportero y encargado de la mesa de corrección de estilo. Es decir, yo tenía bajo mi responsabilidad chequear todo el material nacional que se publicaba en el periódico, clasificarlo y corregirlo conforme al estilo del periódico. El periodismo de opinión es una fase del periodismo que yo abordé, porque era corresponsal de agencia de noticias, y yo entendía que mi trabajo como reportero había concluido. Tenía que incursionar en otra área del periodismo, como lo hice mucho tiempo después con la televisión, aunque mi verdadera vocación siempre ha sido el periodismo escrito.

2.¿Cuáles son las técnicas de la columna?

Aunque la columna de opinión es el trabajo más fácil del periodista porque yo me siento ha escribir sobre lo que yo creo, he tenido que redactarme porque a un nuevo formato en El Caribe. Tengo que adaptarme no sólo a un número de palabras sino de caracteres, por el tipo de diagramación. Uno tiene que someterse a esa norma que es muy rígida, pero uno se acostumbra cuando uno domina las técnicas de redacción. Además, es sencillo porque uno envía sus escritos vía Internet. Además, no soy un empleado directo del periodico, aunque mantengo contacto con ellos permanentemente.

3.¿Cuál es su enfoque a la hora de escribir su columna?

Yo trato de ser más que parcial, ecuánime. Cuando tú profesas una idea, eso quiere decir en un sentido tu eres imparcial a esa idea porque tu la defiendes. Lo importante es uno actuar y escribir conforme a sus condiciones. Cuando hay que asumir una posición yo la asumo. Sobre asunto de interés general yo estoy bien definido. En partidismo político no tengo ninguno, soy independiente. Soy enemigo mortal de la dictadura, creo en la democracia plena, y en el ejercicio libre de opinión.

4.¿Tiene usted miedo de que lo que escriba en su columna pueda dañar a otra persona o dañar a si mismo?

Creo que la intolerancia sigue siendo un obstáculo al ejercicio de la libre expresión. Decía el presidente estadounidense Roosevelt que a “lo único que uno debería tenerle miedo es al miedo”, y es cierto el miedo es una jaula que te coarta y te lleva a la autocensura, yo la he visto a toda costa. Pero cuando yo no menciono un caso en particular es para no particularizar, lo que trato en mi columna es de señalar siempre es un mal generalizado. Además, a veces omito nombres porque tengo que ajustar el texto al espacio predeterminado que se tiene.


5.¿Cree usted que la columna llegue a corromperse como género periodístico en años venideros?

Depende de quienes las escriban. Yo creo que siempre habrá periodistas que su opinión estarán subordinadas a intereses particulares. Pero siempre habrá personas que eleve el nivel del periodismo, dispuestos a asumir el sacrificio por ser francamente periodistas.

6.¿Tiene una columna en particular que le guste más que las otras?

No sabría decirte. La vida te cambia, porque son diferentes épocas, tus experiencias y tu preferencia de lecturas. Antes me llamaba el reporterismo, y me gustaba leer poesía como Darío. En otra etapa de mi vida me incliné en las novelas, y ahora tengo preferencia por el tipo de lectura que tienen que ver con la autobiografía, con la narración de hechos históricos recientes, y eso es lo que cultivo en mis columnas, historias recientes de República Dominicana. También, cuando llegas a cierta edad comienzas a tener interés por la realidad.

7.¿Qué hay que hacer para obtener la credibilidad que tienen usted?

Hay que tener ideas muy claras. Cuando uno habla no se puede pensar en competencia. La verdad es un asunto plebiscitario que no se mide a través de un concurso de popularidad. Nadie tiene el patrimonio ni el control absoluto de ella. Lo importante es la tolerancia, donde todas las ideas puedan sobrevivir, porque enriquecen una sociedad. Además, de que escribir a diario es una enorme responsabilidad. Muchas veces he borrado una columna a punto de publicar porque pienso que no soy la persona indicada para tratar ese tema con la profundidad que debería hacerlo. Escribir un tema irresponsablemente crea más daño que hacerlo responsablemente. Cuando hay una sociedad vigilante de sus libertades y derechos todos los que hacemos periodismo tenemos que actuar conforme a la responsabilidad que tenemos con el resto de la sociedad, o finalmente nos rechazará.

8.¿Si dejara de escribir opinión, a cuál género periodístico se cambiaría?

Yo me he dedicado a la investigación para escribir libros. He publicado 11 libros. Eso me gusta mucho. Entre ellos el Golpe de Estado, La lucha inevitable, Enero de 1962, El despertar dominicano, La generación de mis padres, En la tierra prometida, entre otras.

Premios:
Caonabo de Oro
Premio Literario Islas 91
Condecoraciones de la Alcaldía y
de Club de Rotarios de la ciudad de Miami.




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